lunes, 14 de enero de 2013

Las 50 Sobrevaloradas Sombras de Grey


Crítica Literaria. Cincuenta Sombras de Grey.
La verdad es que mucha gente me ha insistido en que leyera “50 sombras de Grey”. El libro me interesó bastante porque he escuchado tantas críticas buenas, ensalzándolo como uno de los libros más emocionantes escritos, como críticas negativas, tachándolo de burdo y aburrido.
Me atrevería a decir que el hecho de que “50 Sombras” haya sido un fanfiction  de la saga “Crepúsculo” es algo bastante obvio y se puede apreciar a lo largo de toda la historia. Esta situación la encuentro francamente más que lamentable, ya que pienso que la autora pudo haber sacado mucho más provecho, no económicamente hablando, de su propia idea. Y ya que hablamos de ideas, ¿dónde está la originalidad de este libro? La saga Crepúsculo no es una historia verdaderamente original, y la idea de basar otra historia en base a ésta se me apetece irritante y hostigosa.  Es por esto que ruego que me disculpen si creen que invoco demasiado a “Crepúsculo”, pero creo que haciendo esto, puedo argumentar mejor porqué he tenido que unirme a las críticas negativas.
Las similitudes de “Crepúsculo” y “Luna Nueva” con “50 Sombras de Grey”  me impresionaron negativamente cada vez más a medida que leía el libro. Ambas historias se realizan en los alrededores de Seattle.  Incluso las características físicas de los personajes son similares: Anastasia es, al igual que Bella Swan, de pelo castaño, delgada, mala para la gimnasia, patosa, pálida, de mediana estatura y con una preocupante tendencia a sonrojarse. Christian es, en cambio, muy rico,  musculoso, de andar felino, alto, increíblemente guapo,  de porte imponente, elegancia  natural, cabello cobrizo y poderoso, bastante similar a la idea que tendríamos de un Edward Cullen “vivo”. Los únicos cambios que la autora tuvo la delicadeza de hacer fue reemplazar los ojos color chocolate por azul, en el caso de Anastasia Steele, y  una piel normal, como la de un verdadero ser humano, en el caso del señor Grey.
Las características psicológicas, o mejor dicho, las situaciones que afectan a los personajes tampoco se escapan de lo dicho en el párrafo anterior. Anastasia e Isabella son mujeres bellas, con un bajo concepto de sí mismas, que se sienten solas. Las madres de ambas, son mujeres divorciadas, impetuosas, con muchas actividades, que cambian constantemente. Ambas jóvenes han tenido que contener a sus respectivas madres con sus locuras, por lo que han tenido que madurar desde pequeñas. Ambas son más cercanas al padre, padrastro en el caso de Ana. Ambas, a la hora del encuentro con su pareja, son vírgenes y tienen fuertes sentimientos sexuales reprimidos. Ambas tiene más pretendientes de lo en realidad se atreven a creer, y arrasan mucho con su estilo desaliñado, natural y patoso.  También me gustaría señalar pequeñas semejanzas como que ambas tienen una condición económica mucho menor que sus parejas, lo que les produce complejo de inferioridad, por lo que les cuesta recibir regalos caros; que las dos trabajan en un negocio familiar, no les gustan las sorpresas y una alarmante propensión a dejarse morir por inanición.
 Con respecto a los varones, si analizamos con detenimiento, podemos darnos cuenta que, en el caso de Edward y Christian, necesitan tener el control de la situación, tienen problemas con el compromiso y con dejar liberar su corazón, les encanta el poder, visten bien, tienen aparentemente dinero infinito y un gran poder de persuasión. Ambos adoptados, y a pesar de no tener sangre en común, todos los miembros de su familia son guapos. Sus familias adoptivas son muy unidas y acogen muy bien a la protagonista.  Les gusta el lujo, son buenos en la mayoría de las cosas, tocan el piano, son escrutadores, un poco acosadores, dominadores, inteligentes y pueden llegar a ser peligrosos si se los tienta.
Ambos tienen un secreto oscuro. Edward bebe sangre. Christian es un sadomasoquista. Es por esta razón que creen que no pueden ser complacidos por la protagonista de la historia, ni que la relación funcione.
Siento que puedo decir con certeza que Anastasia es el equivalente a Bella, así como Christian a Edward, Mia a Alice, Elliot a Emmett, Grace a Carlisle, Carrick a Esme, Ray a Charlie, Carla a Reneé y José a Jacob. No existe un cambio en el argumento, en las situaciones, en las relaciones.
Finalmente, está el tema del sexo. Lo original que sí se puede rescatar en “50 Sombras” es la sexualidad intensa, sin amor e increíblemente explícita que se puede apreciar en sus páginas. Algo que seguramente la autora concibió mientras leía la saga a la que tanto he aludido,  y que, supongo, todas las que hemos leído los cuatro libros hemos imaginado, aunque sea en los lugares más recónditos de nuestra libido. Las escenas en un principio son excitantes, sensuales, nuevas para la mayoría de las mujeres y que vinieron a entregar un golpe fuerte y refrescante a la historia, a darle un toque diferente. Vuelvo a decir que lamentablemente, palabra que he usado a menudo en esta crítica, después de las 3 primeras relaciones sexuales, el sexo se pone monótono, como si estuvieran haciéndolo todo el tiempo. Vale, es un libro erótico, pero el erotismo puede también ser suave en algunas situaciones para que luego entre con más intensidad en la imaginación y en la libido de los lectores. No es este el caso. ¿Es acaso necesario leer  tantas veces la palabra “correrse”? Incluso debo decir que quedé cansada, por no decir harta, del sexo, sólo con leer el libro. Creo que la autora se apoya en el sexo para darle un matiz diferente, para que las situaciones cambien de rumbo, pero no lo consigue y termina sobreexplotando el tema.
También podemos rescatar algo importante de estas dos autoras.  Ambas lograron identificar un prototipo de hombre perfecto que agrada a las mujeres en general. Ese hombre guapo, musculoso, inteligente, sensual, experto, poderoso, rico y complejo, ha llegado en el fondo de muchas fantasías eróticas. Además no está demás decir que este hombre, que en general consideramos inalcanzable, se enamora perdidamente de una joven con la que cualquiera de nosotras podría sentirse identificada: floja, discreta, patosa, inadaptada, de belleza “normal”, tímida, insegura. Esta combinación me parece que es la que le ha dado a ambas sagas tanto éxito dentro de las féminas. El hecho de que ese hombre, quizás, pueda caer en nuestras redes, teniendo la vana esperanza de que algún día seremos azotadas con tanto placer como Anastasia Steele y cortejadas como Bella Swan. Lo dejo a la conciencia de la “diosa” interior que vive en cada una de nosotras.